
Somos muchos los lectores y son también infinitos los modos de leer. Somos muchos los que escuchamos las voces de los textos, elegimos unas a expensas de otras, las reunimos por simpatías o diferencias a las que oímos surgir en otros. Con estas modalidades de accesos, de maneras de percibir, vamos trazando cartografías, mapas, recorridos, itinerarios...
Es por eso quizá que son también tantos los escritores que se ocuparon de denominar, clasificar o enumerar los distintos tipos de lectores. Y así se habla de lectores macho, hembra y rollo (Cortázar), aviesos y lectores rebaños (Blaisten), lectores piratas (Castillo, Denevi), lectores obligados, etc, etc. Hoy, sin pretender ser original, quisiera añadir un tipo de lector o un modo de leer a esa larga y rica lista ya existente.
Hace unos meses llegó a mis manos, por recomendación de una amiga, El Pergamino de la Seducción de Gioconda Belli. Por razones de trabajo que me exigen otras lecturas, durante las épocas de mayor exigencia evito leer novelas ya que es un género que prefiero para otras más distendidas. Pero lo cierto es que el libro estaba allí, provocándome y decidí leerlo aunque fuera en mínimas cuotas de tiempo y me llevara una “eternidad”.
Así fui leyéndola más lenta que de costumbre ( normalmente soy lectora minuciosa y de ritmo pausado) pero lo que fue a mi pesar en un principio, se convirtió en una experiencia distinta.
El hecho de tomarla y leer pocas páginas ( a veces sólo algunos párrafos) para luego retomarla después de una semana o más, fue generando una modalidad de lectura que me llevó a reflexionar y ahora a escribir estas líneas.
Mientras iba sucediendo el fenómeno recordé, como generalmente hacemos los lectores con otros textos que permanecen en nuestra biblioteca interna, y me reencontré con Tununa Mercado y otras autoras que escriben y teorizan acerca de la literatura erótica. Entonces pensé que se podría trazar un paralelismo entre este modo de leer que estaba vivenciando y el erotismo. Específicamente decidí que trazaría una relación entre la lectura y el sexo tántrico.
Hablar de amor y sexo es hablar de entrega y unión, complemento que dará como resultado una sexualidad plena y sin tapujos. Y en este tema Oriente nos lleva siglos de ventaja. En la India, hace más de cinco mil años que el Tantra se perfila como la mayor manifestación para potenciar la sensibilidad humana y focalizar toda la energía en una satisfacción mutua, recíproca y de intercambio entre hombre y mujer al hacer el amor. En hindú, la palabra está compuesta por la unión del radical “Tan” que significa estirar o extender, y el sufijo Tra, referido a la instrumentalidad. Su concepto es el de una herramienta que expande la conciencia ordinaria , a fin de acceder a un nivel superior, donde residen poderes desconocidos que se desean despertar y utilizar en beneficio de diferentes aspectos de la vida, como es la propia intimidad de la pareja. Esto a través de diversas actividades relacionadas a la sexualidad.
Mientras leía descubrí que esta lectura que se iba dando a través de un ritual de encuentros distantes unos de otros, permitía a la vez que la interrupción, la tardanza adquirieran un sabor en sí mismas y que después, los encuentros resultaran prolongados y relajados y lograban que se potenciara aún más el embelesamiento espiritual de la lectura.
En Tantra, amor y sexo. El Corazón del Sexo Tántrico, la autora Diana Richardson insiste en que es fundamental conectarse con el presente para disfrutar de cada paso, ya que nuestro estado de conciencia se ve negativamente afectado por nuestro propio interés por el orgasmo y así al concentrar nuestra atención en algo que está por llegar , hace que nos perdamos el maravilloso momento presente. Este concepto también es útil para definir este modo de leer y aporta interesantes matices. De igual modo, a medida que pasaban los días, como lectora disfrutaba cada página de la trama de la novela sin preocuparme por llegar al desenlace o dejando de lado mi ansiedad por saber cómo continuaría la historia. Cada momento de lectura era el presente y valía por el placer que me otorgaba y no gastaba mi energía en pensar cómo seguirían los hechos.
El Pergamino de la Seducción encierra un juego de múltiples espejos ya que narra una doble historia, el encuentro de dos épocas en el romance de Manuel, un profesor de historia que instruye a Lucía, una colegiala de internado religioso, sobre la vida de Juana de Castilla. La relación de ambos no es meramente académica sino, a la vez, amorosa y erótica. Lucía, una joven de asombroso parecido a la equivocadamente llamada Juana La Loca, al mismo tiempo que se interna en el personaje histórico es seducida por el sensual susurro a través del cual Manuel le va leyendo la historia, y así se adentra en un pasado que altera su presente para siempre : “ Lo más extraordinario de mis semanas en el internado, luego que se derrumbó el muro que me separaba del mundo de los adultos, fue darme cuenta lo que la individualidad genuinamente significaba. Dentro del entorno de mi mente y mi cuerpo yo era reina y soberana y disfrutaba de la más absoluta libertad. Hasta entonces, la libertad para mí había sido un concepto más bien intangible, puesto que eran otros quienes tomaban decisiones en mi nombre. Ahora, sin embargo, la noción de libertad se me revelaba en todo su esplendor. ..Por primera vez me percataba de la amplitud del horizonte de mis posibilidades y esta nueva conciencia traía aparejada la sensación física de respirar a todo pulmón y de ocupar más espacio sobre la tierra.”
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De este recurso novelístico de vasos comunicantes, por medio del cual dos o más episodios que ocurren en tiempos, espacios o niveles de realidad distintos se unen en una totalidad narrativa por decisión de la narradora, también participa el lector con su lectura.
Lucía debe esperar cada domingo, para encontrarse con Manuel, el historiador que la lleva a descubrir la personalidad de Juana de Castilla y a la vez, el hombre que la conduce al amor y al descubrimiento de su sexualidad femenina. Casualmente o causalmente , yo como lectora tántrica, debía esperar también a tener el espacio y el tiempo para avanzar en la novela y saber de Juana, Lucía y Manuel; pero cada presente de lectura ampliaba mis sentidos, y leer se convertía en un acto profundo, amplio, y sin urgencias.
La novela de la Belli es una historia de seducción. El profesor, descendiente de los Denia, los carceleros históricos de Juana, está obsesionado con la que fuera la esposa de Felipe el hermoso. Lucía quien ya conocía algo de la historia de Juana, inicia la especulación emotiva del personaje, lo interioriza, lo reflexiona y llega a descubrirse mujer al mismo tiempo que Juana de Castilla (cuando Lucía pierde su virginidad, allá en el pasado también Juana lo hace con Felipe). Las tramas se entrelazan. Dos mujeres de la misma edad que encuentran su sexualidad. Y se vuelven a trenzar, cuando los lectores dejándose cautivar por la palabra escrita, vivencian el leer como un acto de seducción.
El contacto de Lucía con Juana le permite conocerse plenamente y romper su encierro, el ambiente oscuro y reprimido de los internados en el que la dejó su orfandad. A la vez, el lector , por razones externas e internas, se relaciona con un texto ficcional de una manera pasional y rompe con costumbres, hábitos, modos de leer e incursiona en otros nuevos.
Y el lector tántrico comprende que sin Tantra procede de dos antiguas palabras del sánscrito cuyo significado es expansión y liberación y que el término se utiliza en el sentido de tejer o construir la propia conciencia y que para la práctica tántrica, el sexo se hace con espíritu, con alma, se unen mente y respiración tanto en los preámbulos del coito como en la consumación de la relación ; el acto de leer es un estado íntimo de la posesión erótica cuyo sentido es prolongado éxtasis mental y corporal.
Por supuesto que este modo de leer tiene poco o nada que ver con lo pragmático, lo mediato o lo consumista. No está orientado hacia alcanzar rápidamente un objetivo , si ese objetivo es el de terminar de leer. Tampoco se trata de una receta, sólo una más de las tantas experiencias lectoras. Esta exige ambiente propicio, dejarse llevar por el ritmo de la respiración de la escritura y de la lectura, deseo, control, demora, acercamiento y prolongación del placer...
Prof. Y Lic. Laura Castellano